Por un lado, el cura párroco de la ciudad de San Salvador que observa en su homilía por el santo de los pobres que “hay que pedir trabajo, pero luego hay que trabajar”, haciendo una directa incriminación hacia un sector tremendamente devastado por las políticas de la Alianza Cambiemos y por el otro, la “Multiplicación de los Panes”, organizada por la Corriente Nacional Martín Fierro que logró repartir más de 10.000 kilos de pan a los más necesitados.
Dos situaciones totalmente opuestas, una distópica que utiliza el credo para generar un estereotipo que incide directamente con una apreciación hegemónica sobre la pobreza y otra que, cual milagro, logra en medio de la desolación, el aislamiento, la falta de empatía y los escombros de una sociedad devastada por las políticas de destrucción, llegar con el mensaje de la solidaridad y el amor a más de 10.000 familias que sufren el hambre generado por la avaricia, la gula y la lujuria de quienes en cuatro años han destruido la argentina.
Quizás estos sean solamente dos ejemplos que logran pintar el escenario en el cual se desarrolla esta rememoración que por un lado posee profunda raigambre en lo espiritual, pero por el otro se enlaza directamente con la historia reciente de nuestro país, que no deja de ser derrumbado por quienes pretenden la enajenación de nuestra soberanía a costo de la generación de la pobreza y la destrucción de la economía y, por otra parte, la reconstrucción constante por los gobiernos y los movimientos populares. Una historia que debemos conocer, para no volver a caer en la amnesia colectiva que antecedió siempre a la llegada de los sectores más conservadores al poder.
HAGAMOS MEMORIA:
La devoción argentina a San Cayetano reconoce sus orígenes hacia 1830 y creció en Liniers (sobre todo), a partir de la crisis del `30 pero, según la semblanza histórica que publica el mismo santuario, si bien San Cayetano es un santo italiano nacido en Vincenza, su devoción adquiere en Buenos Aires características únicas:
“Si no nació biológicamente en Liniers (barrio de trabajadores y comerciantes) renació espiritualmente renovando su peculiar apostolado con idiosincrasia porteña”
Más allá de que la Iglesia le otorgara a San Cayetano las competencias que recaen en el mundo del trabajo, fue luego de aquel 7 de Noviembre de 1981 cuando el líder de la Confederación General del Trabajo (CGT) Saúl Ubaldini convirtió la visita anual del 7 de agosto en un acto contestatario de profundas consecuencias políticas. En esa fecha primera, se constituyó una de las primeras manifestaciones masivas, cuando las consecuencias del desempleo comenzaron a hacerse sentir, fruto de las políticas anti-industrialistas de la dictadura militar (1976- 1983).

Encabezada por el líder de la CGT Brasil (tal el nombre por tener su sede en esa calle porteña), se organizó la primera movilización popular en contra de la dictadura desde el estadio de Vélez Sarsfield hacia la iglesia de calle Cuzco 150, en la cual se congregaron al menos 10.000 personas para asistir a una misa al aire libre que luego, se constituyó en el primer mojón de la historia en cuanto a la recuperación del espacio público y al pedido de las libertades democráticas, debido a que por aquel entonces regía el estado de sitio y se encontraban prohibidas las huelgas.
La consigna bajo la cual se realizó la actividad fue “Paz, Pan y Trabajo” que originó el cántico popularizado en aquel tiempo que se completaba con la rima “la dictadura abajo” y que también se aunara al grito convertido en estandarte que perdurara en los `90 con el más contundente “FMI al carajo”.
Esa dictadura que con la connivencia de distintos sectores económicos y eclesiásticos había destituido a la ex presidenta María Estela Martínez de perón y que, tras encarcelarla junto a otros dirigentes del justicialismo, comenzó el desguace del Estado Nacional, la destrucción del aparato productivo y la represión por parte de los poderes coercitivos, con un sinnúmero de matanzas, torturas y desapariciones forzadas de personas, dos meses antes de esta protesta, que luego fue brutalmente reprimida, había decidido por sugerencia del titular del Banco Central, Domingo Cavallo, que la deuda de muchas empresas privadas de gran porte pasen a las cuentas públicas. El monto ascendía a 17.000 millones de dólares y la sociedad argentina, tremendamente deprimida y empobrecida por las políticas del gobierno militar, debió soportar el pago de dichas deudas del Grupo Macri, Alpargatas, Banco Francés del Río de la Plata, Banco Galicia, Bunge y Born, Fate-Astra, Grafa, Molinos Río de la Plata, Loma Negra, Ledesma, Papelera del Plata, Pérez Companc, Banco Río y Acindar, entre otras.
Es interesante destacar cómo la memoria de luchas pasadas resurge años después, y se evidencia en el rescate y la continuidad de saberes, formas de actuar, alianzas: en la manifestación de agosto de 2016, que los movimientos populares aliados con centrales sindicales protagonizaron desde el santuario de San Cayetano hasta la Plaza de Mayo volvió a sonar, con el mismo ritmo, el canto “Pan, paz, trabajo, Macri al carajo”, reconociendo viejos enemigos en nuevos rostros.

La celebración de San Cayetano siempre “funcionó” como una suerte de termómetro informal de la situación del país. Tal es así que en los momentos más difíciles de la Argentina, cuando las tasas de desempleo aumentan en base a las políticas conservadoras que logran instalar la desocupación, el hambre y la pobreza, gracias a sus alianzas con sectores de la economía, de los medios de comunicación, de la justicia y también religiosos, el 7 de agosto se vuelve más masivo y con una fuerte conciencia política popular en defensa de los más necesitados.
EL DESTIERRO DEL ODIO:
Recordando la intencionalidad de las palabras del párroco entrerriano, al señalar despectivamente a los sectores empobrecidos con la mención al trabajo que hay que pedirlo pero “luego hay que trabajar”, considerando (de la misma forma que lo hace la meritocracia conservadora), que la olgazanería es una característica de la pobreza, es importante destacar que el 7 de Agosto en Argentina, la celebración al santo ha dejado de ser una simple liturgia eclesiástica para pasar a ser un poderoso acto de reivindicación de los derechos de los trabajadores.
San Cayetano, es un santo plebeyo, trabajador, que tiene su mayor convocatoria en su santuario de una zona periférica como lo es Liniers, el último barrio al oeste de la ciudad, que enarbola la frontera física, pero también la frontera social impuesta por el centralismo y la burguesía porteña a la gran migración interna generada a raíz de la crisis del 30, cuando la población del interior tuvo que dejar sus tierras para sobrevivir a “orillas” de la gran ciudad.
Ese origen plebeyo, que en la piel del movimiento obrero debió sufrir el odio, la tortura y los pelotones de fusilamiento en la década infame, ese santo trabajador, que aquel 17 de Octubre de 1945 fue insigne en las multitudes que le encendían velas y esperaban a Perón, ese santuario del trabajo que fue punto de partida de las movilizaciones sindicales en la época del macrismo, consolida en San Cayetano su renacimiento en el pueblo trabajador.

Por lo tanto, esta exhortación a la estigmatización de los trabajadores desocupados, que no es más que un síntoma de la grieta que beneficia a los sectores del poder real, debe finalizar. Y son justamente quienes conllevan la responsabilidad política y social, quienes deben realizar el mayor esfuerzo por desterrar este tipo de prácticas.
MULTIPLICAR LOS PANES:
10.000 kilogramos de pan fueron los repartidos en los Barrios Populares de todo el país por la Corriente Nacional Martin Fierro y el Frente Barrial 19 de Diciembre en todo el país.
Una noticia que para los medios hegemónicos de comunicación pasó casi desapercibida y que la traemos a colación en estas épocas donde la solidaridad debe primar por sobre el individualismo.
Casi imperceptiblemente, el milagro tan pregonado dentro de las parroquias, termina sucediendo en los barrios pobres de la argentina, donde las manos solidarias de cientos de militantes de todo el país convierte los escasos recursos en la masa para alimentar a aquellos y aquellas que peor la están pasando, a la vez que le recuerdan al nuevo gobierno que “El estado debe hacer hasta lo imposible para que a nadie le falte el pan y el trabajo”.
La corriente nacional también recuerda que “la fuerte crisis social que estamos viviendo, multiplicada por la pandemia, es consecuencia del saqueo económico de la gestión macrista y no debe quedar impune. Queremos saber a dónde fue la plata de la deuda externa para que se hagan responsables quienes la contrajeron y se beneficiaron con ella” recordando como decía el Martín Fierro que “al rico nunca le ofrezcan y al pobre jamás le falten”.

REGENERAR EL TRABAJO
El 27 de octubre de 1943 Juan Domingo Perón asume como titular del Departamento Nacional de Trabajo. En una decisión ya meditada, que constituirá un punto de inflexión en la historia del país, Perón logró hacerse cargo de la política laboral del gobierno. De inmediato, desplegó una actividad incesante en pos de ganarse la confianza de los sindicatos más importantes. Días más tarde, el 30 noviembre, esta área de gobierno alcanzaría nivel ministerial: nacía la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. «Yo me di cuenta que la manija, la gran palanca, estaba en ese momento del mundo y del país en un departamento olvidado que se llamaba Departamento Nacional del Trabajo…», diría Perón tiempo después y no se equivocaba.
La política laboral del peronismo es una de las alas principales del movimiento, bastas son las cifras que podemos consultar sobre la desocupación generada por los gobiernos liberales y la recuperación del empleo que lograron durante la historia del país los gobiernos populares.
Es de un cinismo sin precedentes considerar que en momentos de pandemia, es el gobierno recientemente asumido de Alberto Fernandez y Cristina Fernandez de Kirchner el culpable de los altos índices de desocupación que asolan a la argentina, teniendo en cuenta que la desocupación en Diciembre de 2015 era de apenas un 5,9%, ascendiendo hasta más del doble en 2019, con más de 200.000 puestos de trabajo perdidos y el endeudamiento más grande que la historia haya demostrado.
A todo esto se debe sumar la mayor crisis económica de los últimos 50 años, tal como los economistas mundiales catalogan a la pandemia del COVID-19, de la cual Argentina no está para nada exenta.
Señalar sobre estos datos a los trabajadores como culpables y, además, hacerlo en medio de una fecha tan significativa, ocupando un lugar en la fe del pueblo, debería ser motivo de (al menos), el reproche de todo el arco político que se encuentra poniendo el pecho a esta situación en defensa del pueblo argentino.
De igual forma, es el gobierno peronista el que una vez más vuelve a ponerse al hombro la recuperación del país, la cual incluye la regeneración de las fuentes laborales perdidas durante el macrismo y el sostenimiento (con lo poco que queda), de la mayoría de los sectores económicos. Es cierto que la situación no permite llegar rápidamente a todos y todas y que hay sectores que realmente la están pasando mal, pero también es cierto que el ex presidente recibió un país funcionando, con todos y todas dentro y Alberto Fernández recibe un país destruido, con casi nulas posibilidades de supervivencia. Así y todo, en apenas 8 meses de gobierno logra restructurar la deuda que en su mayor porcentaje dejó el macrismo y logra el aire necesario para volver a surgir.
De esto se trata, de tener memoria, pero también de hacerse cargo, DESTERRANDO EL ODIO, MULTIPLICANDO LOS PANES Y REGENERANDO EL TRABAJO
“PAZ, PAN Y TRABAJO”
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